Todo sucedió una noche by Rachael Thomas

Todo sucedió una noche by Rachael Thomas

autor:Rachael Thomas
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2017-03-04T23:00:00+00:00


Capítulo 7

Nikos se sentó en el asiento trasero del coche, con Serena a su lado. Estaban tan juntos que sentía el contacto de su cuerpo, y tuvo que sacar fuerzas de flaqueza para no tocarla, no porque estuvieran en presencia del conductor, sino porque sabía que, si empezaba a tocarla, ya no se podría detener.

Durante el trayecto, se concentró en las luces de Atenas y de la distante Acrópolis para no pensar en ella. La deseaba con locura. La había deseado desde el primer día, aunque su mente y su corazón se negaran a admitirlo. Y solo quería una cosa: llevarla a la intimidad de su domicilio y hacerle el amor.

Cuando llegaron, descubrieron que los periodistas se habían ido. Nikos se alegró de haberse marchado de la fiesta antes de tiempo, porque sabía que estarían allí. A fin de cuentas, era una ocasión perfecta para hacer fotos de ricos y famosos.

Abrió el portal y la llevó hasta el ascensor. Serena no había dicho ni una palabra desde que se subieron al taxi, pero Nikos sospechaba que guardaba silencio porque, al igual que él, apenas podía controlar el deseo.

Ya en el ascensor, ella se apoyó en la pared del fondo y clavó la mirada en el suelo, como si tuviera miedo de que el brillo de sus ojos traicionara sus sentimientos.

—Estás preciosa.

Hasta el propio Nikos se sorprendió con el tono ronco y aterciopelado de su voz. Serena alzó la cabeza sin poder evitarlo. Sus pupilas se habían dilatado, y a él le pareció la mujer más sexy de la Tierra.

—Gracias —dijo, casi en un susurro.

Las puertas se abrieron al llegar a su destino, pero Nikos no se pudo mover. Estaba como hechizado con ella. Y entonces, Serena dio un paso adelante.

—Es como aquella noche en la playa —dijo—. Tampoco me podía resistir.

—Sí, es como aquella noche —replicó Nikos—. Estaba loco por tocarte.

Serena se pegó a él, casi pidiéndole que la abrazara. Pero Nikos se contuvo, aterrado ante la posibilidad de perder el control y tomarla allí mismo.

—Era nuestra última noche —declaró ella, frunciendo ligeramente el ceño—. No debí marcharme como me fui. Tendría que haberme despedido.

Serena pasó ante él y salió del ascensor. Nikos la siguió y dijo:

—Te deseo.

Ni siquiera supo por qué había dicho eso. Solo supo que, si volvía a abrir la boca, diría algo de lo que se arrepentiría después, algo que ella podría utilizar en su contra. Y tenía que andarse con cuidado, porque Serena no estaba allí por amor, sino porque quería dinero para ayudar a su hermana.

—Yo también te deseo, Nikos.

Él apretó los dientes y se maldijo para sus adentros.

Serena merecía estar con alguien mejor que él, alguien que la amara y que se pareciera más al hombre de sus fantasías románticas. Pero el destino los había unido, y Nikos no estaba seguro de poder ser ese hombre.

Solo sabía que la deseaba.



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